domingo, 25 de mayo de 2008

Bogotá, Marzo 11 de 2008. Paris, Febreo 15, 1782. La tercera Guerra mundial.

La primera vez que escuché hablar de TomazPandur me estaba tomando un café con Camilo, quien se autodenomina su fanático número uno. Estábamos hablando de los juegos de los niños, en donde los dedos son pistolas, los lápices espadas y las muñecas son seres de carne y hueso; y me contó que admiraba a un director esloveno que por medio de sus obras, re-crea esa necesidad humana de representación para hacerle ver al espectador que se encuentra frente a un artificio. Teniendo esa charla en mi cabeza entré a Barroco con gran curiosidad,imaginando mientras hacía la fila, un escenario recargado, revestido de dorados y de rojos, un caballo en el escenario que bajaba de un helicóptero y un hombre gordo tocando la trompeta. Me encontré con algo muy diferente. Barroco quería salir a jugar conmigo.
Sobre el escenario un hombre y una mujer se encuentran y se desencuentran. Chocan sus cuerpos contra páneles grises que buscan recrear un palacio francés o un búnker de la tercera guerra mundial. No hay caballos ni trompetas, solo un hombre y una mujer moviéndose frente a una pared monocromática. Se escuchan susurros ininteligibles mientras los cuerpos se mueven emulando el preciso compás que marca una pista que seguirá en loop durante toda la obra. La música se repite, los susurros se repiten, los movimientos se repiten mientras se escenifica el encuentro y el desencuentro de dos amantes racionales y contenidos.
Barroco es una historia de infidelidades. Confronta los ideales ilustrados de la revolución francesa con la animalidad que se inserta en las pasiones del hombre.A lo largo de la obra, la mujer finge no permitirse sentir nada por el hombre, se pone una máscara de frialdad que la aleja cada vez más de su objeto de deseo mientras la retuercen los celos. El hombre toma el rol de la lujuria y actúa como si no hubiera nada más allá que la piel. En privado, canta canciones para su amada y llora.Pandur conoce muy bien el juego: ¿qué mejor manera de hablar de teatro que hablar de la manera en la que ACTUAMOS cuando estamos frente a nuestro objeto de deseo?Barroconos enfrenta con esa necesidad representativa del hombre. Nos recuerda que es una forma de supervivencia.
Ineludible no pensar que esa mujer fría y vanidosa era yo. Casi imposible no reconocerme en los juegos de tire y afloje que cualquier dinámica de conquista propone. Terriblemente miedoso trasladarme en el tiempo y pensarme atrapada en la representación eterna. De repente llega el quiebre. La mujer se quita su vestido de época frente a los ojos sorprendidos de todos y se pone un vestido negro. Cuatro luminotécnicos la ayudan, mientras le prenden un cigarrillo y le brindan una copa de champaña. Otra vez Barroco jugando conmigo. Otra vez Pandur diciéndome que no me lo tome tan enserio, que sólo es teatro, que la vida es un escenario y que si vamos a representar un papel lo mejor es tener plena conciencia de que solamente estamos jugando.

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